en días como hoy, el cielo, que amanece con capota convertible, hace que podamos escuchar con mayor nitidez el pavoroso silencio en el que nos hacen dormir.
ya dije alguna que otra vez que el prat brama. de madrugada, se escucha el rumor atómico que nos rodea. estado de sitio. como si el perímetro circular nos señalara como habitantes dentro de la olla química, perfecto chup-chup para que el gobierno local llene sus bolsillos a tasas grandes, dejándose untar sin importarles un comino el tictac del contador regresivo que pronto señalará que la comida está a punto y sus conciudadanos bien fritos. a fin de cuentas, comprar nueva carne humana para echar en la olla sale muy barato.
denunciados quedáis, mis señores, nuevamente.
òscar
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