El sanatorio de Davos donde Hans Castorp lucha contra la tuberculosis no es un simple espacio físico, sino un universo simbólico que refleja todas las tensiones de la cultura europea. El italiano Settembrini mantiene largas discusiones con el jesuita Naphta. Sus controversias encarnan el antagonismo entre el espíritu ilustrado y el romanticismo reacio a la modernidad. La razón contra el espíritu o, casi podríamos decir: Voltaire contra Hegel. Enamorado de madame Chauchat, Castorp convertirá su sentimiento en un absoluto inalcanzable. Su amor, espiritual e idealizado, contrasta con la fuerza ciega del instinto en el holandés Pepperkon, que sólo obedece a los sentidos y la naturaleza. El suicidio de Naphta es el preámbulo de la Gran Guerra, ese giro trágico de una Europa que no logra definir su identidad, oscilando entre la violencia y el consenso racional. Thomas Mann (Lübeck, 1875-Zurich, 1955) vivió ese conflicto en sus propias carnes. Logró contener sus tendencias autodestructivas, pero no pudo evitar que su hijo Klaus Mann sucumbiera a sus demonios internos, quitándose la vida en Cannes
La montaña mágica (1924), Thomas Mann.
pepe
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