a carles buxadé
Las ventanas, de noche, con luz amarillenta,
son ojos que rodea el rímel del asfalto.
Recuerdo el piso: una bombilla enferma,
perros y niños, un colchón en el suelo.
En aquella cocina sin puerta, envenenada,
junto a un montón de platos descompuestos,
pone un joven sus discos de trapero
en un viejo pick-up.
Y todos son de Bach.
La luna hace brillar los cables negros
de alta tensión que pasan sobre el río.
En la tierra de nadie,
bajo el paso elevado de la autopista,
duermen los coches de segunda mano.
Únicamente Bach,
este mundo no tiene otro futuro.
Recuerdo el piso: una bombilla enferma,
perros y niños, un colchón en el suelo.
En aquella cocina sin puerta, envenenada,
junto a un montón de platos descompuestos,
pone un joven sus discos de trapero
en un viejo pick-up.
Y todos son de Bach.
La luna hace brillar los cables negros
de alta tensión que pasan sobre el río.
En la tierra de nadie,
bajo el paso elevado de la autopista,
duermen los coches de segunda mano.
Únicamente Bach,
este mundo no tiene otro futuro.
Joan Margarit
pepe
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