el otro día, en el pueblo, papá cogió una regadora azul. dentro había un panal de avispas. se rompió y le picó una, en el brazo. sin miedo, papá iba a lo que iba, a utilizar la regadora. revoloteaban veinte, treinta avispas junto a él. no se amedrentó. le picó otra, esta vez en el pecho. siguió a lo suyo. se aplicó barro como toda respuesta, continuó preparando el instrumento para regar. regar era lo importante y que las avispas pican él ya lo sabe. admiro esa valentía. valiente por sabido.
por la noche, a papá le entró esa tos que a él le entra. que le puede. que no sabe nombrarla como nombra a las avispas. ahí se siente indefenso, cobarde.
las avispas y la tos, bien pudiera ser esto la poesía.
por la noche, a papá le entró esa tos que a él le entra. que le puede. que no sabe nombrarla como nombra a las avispas. ahí se siente indefenso, cobarde.
las avispas y la tos, bien pudiera ser esto la poesía.
òscar


4 comentarios:
Sí, lo valiente por sabido y porque vamos al barro y lo que importa es otra cosa. Lo temido aunque sea sabido, porque no sabemos con qué barro pararlo y porque no vemos otra cosa que no sea lo que nos da miedo. Sí que es poesía eso, quizá ahí este todo.
besos,
tu M.
mi padre es muy burro muy burro y muy bestia muy bestia, quizás por eso...
besos,
ò.
Entonces es un sabio.
creo que sí.
ò.
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