noche, amigos, flamenco

la noche entró con brisa. bajaba por tallers cuando chema me llamó desde la central, ese templo del libro. nos encontramos al poco en la plaça bonsuccès -callejeo denso, vieja ciudad, altas palmeras, gente mundial muralla adentro. junto a los arcos de la plaza viçens martorell, bajo la bóveda de acacias nocturnas dimos cuenta de dos bocatas, tortilla, charla y cerveza. nos acercamos al pati de les dones y subimos hasta nuestra localidad. primero esperanza fernández, con dos muchachos tocando las palmas y miguel ángel cortés a la guitarra. explosiva y ligera maquinaria humana de compás y de voz. soleá, tangos de triana, bulería. exacta arquitectura sonora. esperanza acabó cantando sin micrófono al borde de la tarima. partió la noche en dos. después isabel bayón, con traje negro al principio, sin cola y pegado al cuerpo, zapatos claros, recorrió el escenario de una punta a otra resonando en el patio su tacón. acabó por bulerías dentro de un traje rosa. despedimos la velada en unos de esos sitios a donde hace veinte años que no entrábamos: el boadas. dos gin-tonic. y seguimos charlando de unas cosas y otras: de ciudades que parecen sueños, venecia, santiago de cuba; de la sensación experimentada por chema al poder leer por primera vez literatura en alemán; de quevedo y de césar vallejo; de la carmen camacho. del humor. de chiquito y de pepe rubianes. de volver a cantar. de eso que algunos llaman encontrar la propia voz, en los poemas y -sobre todo- en la vida. al salir la noche estaba tibia. nos despedimos bajo el viejo reloj de la universidad.

oooooooooooooo

pepe