A la memoria de Francisco Casavella.
"Gaylord estudiaba los cubos de la basura en el sótano cuando oyó a Norman, y adoptó su expresión de Calibán. Su cara redonda, inteligente, se desfondó de toda tensión, sustituida por una opresión laxa e indefinible. Hasta las cejas se le hundieron unos milímetros.
- Con la espalda que tengo... - dijo entristecido, pateando el cubo pesado-. Esto es un delito, pero...¿qué le voy a hacer? Nunca tuve posibilidad de aprender un oficio decente, nunca gocé de la menor ventaja. Soy el leñador que acepta su suerte.
-Ya te echo una mano- dijo Norman-.No exageremos.
-¿Qué sabrás tú del pesado fardo con que han de cargar los negros?- dijo Gaylord con todo su desprecio.
-Lo comparto contigo-respondió Norman con acritud, levantando el pesado cubo por su lado.
-¿Y piensas que alguno de ellos se ha mostrado agradecido con este hombre? ¿Tú crees que alguno me ha dado las gracias alguna vez?- dijo Gaylord agitando la mano libre hacia el techo, por encima del cual todos los inquilinos bullían cociéndose en sus extraños elementos-. ¡Ja! No. Ellos no. Ellos sólo van a lo suyo: que si esto gotea, que si aquello se ha roto, que si lo otro no funciona. Todo lo que se les ocurre decir a un hombre es "haz,haz,haz".
-Pues sí que haces tú mucho- dijo Norman-.Demasiado ajetreado andas filosofando a todas horas.
- Pues mira: tú también. Tampoco andas muy sobrado de gratitud.
-Yo soy un ingrato- dijo Norman.
Subieron y bajaron las escaleras del sótano una docena de veces cargados con los pesados cubos, gruñendo al unísono, tosiendo ocasionalmente por el polvo agitado de las cenizas.
(...)
A Norman, él último de los cubos le causó tembleque en las piernas, y lo dejó caer con tal fuerza que se levantó una nube de ceniza en el aire fresco de la noche.
Se quedaron unos minutos quietos, recuperando el aliento junto al ejército de cubos de basura, contemplando la noche en la ciudad.
-Ya huele a otoño- dijo Gaylord-. A manzanas.
-Estamos en octubre - dijo Norman-. El cambio se nota incluso en la ciudad.
-Se van aclarando las estrellas - dijo Gaylord oteando los cielos que mordían por uno y otro lado los edificios.
-El aire está más despejado- dijo Norman.
-Se respira mejor- precisó Gaylordd.
- El otoño - dijo Norman alargando las sílabas con cansancio.
Se despidieron si decirse adiós, y Norman atravesó la ciudad rumbo al lugar en que vivía."
LOS INQUILINOS DE MOONBLOOM, Edward Lewis Wallant
CONSIDERANDO EN FRÍO, IMPARCIALMENTE...
Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días;
que es lóbrego mamífero y se peina...
Considerando
que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado;
que el diagrama del tiempo
es constante diorama en sus medallas
y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,
desde lejanos tiempos,
su fórmula famélica de masa...
Comprendiendo sin esfuerzo
que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata
y luego canta, almuerza, se abotona...
Considerando también
que el hombre es en verdad un animal
y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza...
Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete,
su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo...
Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente...
Considerando sus documentos generales
y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito...
le hago una seña,
viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué mas da! Emocionado... Emocionado...
CÉSAR VALLEJO
...Feliz lunes.
Un beso,
Anay
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