aunque sea cada vez más rapido, encapsulado en un vagón blanco, velocidad punta, pasar por los sitios por los que he pasado tantas veces no puede convertirse en fugaz, en banal. precisamente por conocerlos subido a un sevillano y haber sentido apoyando los codos fuera de la ventanilla, el olor de una estación rodeada de naranjos a mediados de abril. por haber atravesado una carretera nacional lentísima con mi amigo en un coche que sólo podía ir en primera y segunda, y así llegar hasta almería. por haber pasado el ebro primero sin saber y luego ya sabiendo lo que había ocurrido años antes. por haber parado a comer en bares de carretera de los que no tengo recuerdos. por haber visto brillar el agua junto a las casas con las paredes desconchadas, palmera, algarroba, viña, pinar, olivo. por haber cruzado, por haber echado al otro lado, como decían los antiguos poetas, traiectum.
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pepe
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