siempre que muere una persona, muere un patio

todas las personas intentamos hacer una pequeña obra, algo que legar a los demás. cuando murió mi abuela, hace muchos años ya, se fue su pequeño patio. estaba en el terrado donde tendía la ropa. había un cuartito, con un pequeño lavadero, con tres o cuatro plantas... eso se fue con ella. más para aquí, murió una pareja de ancianos adorable, vecinos de mi calle. se fue al garete su hermosísimo patio, las gallinas, los pájaros. mis papás tienen algunas plantas en las dos ventanas que dan a la calle, en poble sec. llegado el momento, obvio, seguiré cuidando esas plantas en una nueva ubicación, pero el diminuto patio de apenas ochenta centímetros se escurrirá, en un efecto dominó implacable. no nos engañemos, el poeta no hace otra cosa que cuidar un patio. no importa cómo sea o cómo lo imaginemos. ayer por la tarde regué las plantas de mi terraza, una cuestión de cariño. esta mañana he podido compartir mi patio (la terraza) con pepe, que pasó a tomar café, en un día ventoso y vital.

òscar