bromas del destino

Un preso condenado a reclusión perpetua en Inglaterra es indultado por la gracia real. Sale de prisión en Bristol y escribe a la reina. Quiere agradecer su magnanimidad. No hay respuesta. Viaja a Londres. Intenta inútilmente una visita a palacio sin conseguir más que evasivas. Escribe al secretario de la reina: no hay respuesta. Lee la prensa local y encuentra una bendita noticia. Una mañana de otoño embarca en la ciudad de Bristol rumbo a Dunquerque. Allí se hospeda en un hotel barato junto al puerto. Días después la corona británica ha dispuesto la presencia oficial de la reina en un homenaje a los caídos por Francia en la reciente guerra. Mientras tanto el hombre deambula distraído por los bares del muelle, espera en su habitación pobre de hotel.

El día señalado, en medio del desfile militar de honor, logra escabullirse entre la multitud que vitorea a la realeza y se abre paso a tiros ante el palco real. Hiere a la soberana gravemente. Es detenido y condenado a prisión perpetua -en Francia no existe para entonces la pena capital-. Al cabo de unos meses fallece en la cárcel a causa del llamada "fiebre inglesa".

pepe