todo este sahumerio y esta fumigación intensiva a cuenta del fangoso jurisconsulto dívar no me parece más que una perorata excitadora, una egañifa más de la prensa y la radio amarillentas (es decir, de todas). dívar es un muñequito procaz y pendenciero, pero un muñeco al fin, como el otro, el de la moto y aquél de allí y el tontopollas o el manubrio de un poco más allá. parece que estamos rodeados. y lo estamos.
pero mientras mordemos la carnaza y nos llevamos las manos a la frente y nos hurgan por enésima vez en la mollera, la verdadera mierda sigue perforando el subsuelo y empantana más aún los bajos de la casa. los auténticos protagonistas de este desastroso vodevil, la santa banca incólume, la iglesia de cristo, el opus dei, la gran empresa -eufemismo brillante para denominar a 30 o 40 psico-killers-cabezas-de-familia-, toda esta miserable reata que sigue sin parar maltratando el país y su gente con total desvergüenza está a salvo como nunca lo ha estado y campa con la anchura que jamás ha perdido, sin que le tiemble el sobrepelliz ni le vuele la capa.
porque resulta que no hemos llegado ni siquiera a la modernidad, estamos todavía en el apogeo del barroco amigos, donde cristo perdía el gorro y ganaba la gloria, la inquisición deseñosa e histérica detenía sin juicio y la corona maceraba su fortuna en medio del saqueo general. estamos como entonces, como ahora, o sea, como siempre: en manos de los mismos garrulos iletrados, violentos y fulleros. del mismo portentoso hatajo de bribones que no descansa nunca y mientras sea así, esto no tiene arreglo.
habremos de llegar, al menos, a los albores de la ilustración.
pepe
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