voces que se entrecruzan. el olor de los naranjos apretujados en la falda de un monte. la luz de la costa encendida a pesar de la rotura del paisaje. hermanos y amigos. la cercanía de una plaza con palmeras, la bebida fresca y las miradas de complicidad. el reconocimiento del dolor y la brasa que lo aviva, pero también lo quema. el sabor del pescado en la barra de aitana. las risas. el recuerdo surgiendo como la punzada en el pecho de un pájaro ciego. el agua y el cobalto del mar. viento norte en la cara. conversaciones. pasos. la carretera avanzando entre lo verde. palabras. comprender. esperar. el rumbo de las cosas y la compasión del azar.
entre calles disueltas por la memoria, el puerto. copas de vino en la mesa. alimentos conocidos cuyo sabor encuentra el lugar conocido. el saber acompañar a otros. la noche como una sedimentación de la luz quieta y del corazón movedizo. tierra blanda y fértil. una balsa entre árboles con agua helada de regadío. el verano. la huerta.
la ciudad, una esquina de piedra blanca antes oscura. el río y sus secretos, un puente por donde sorprenderse del azar compartido. paseo desconocido y familiar. tejados. cúpulas y nombres y balcones. una avenida de tránsitos irreconocible hasta llegar a un rincón en donde aguardan palabras y abrazos. en el patio trasero de una librería de barrio compartir voz y sentido con casi cien personas. palabra pública y abierta ante la cerrazón. espacio ganado a pulso por el sueño y el deseo de traspasar la frontera arenosa, muda. la palabra-sombra, la palabra-viento, la garganta compasiva y próxima a la piel. el azar siempre imantado para reecontrarse en la hospitalidad que puede sanar el aliento del mundo. la palabra-abrazo sin convenciones ni espejismos. la palabra común. la calle y la palabra.
pepe
3 comentarios:
ole textaco, pepe!!!
besos,
ò.
zancs, bró.
pepe
qué saludable visita, Pepe. Un abrazo. ah, y lo dicho, a la próxima juntamos al trío sopero, que bien que los echamos en falta, caray
abrassos,
tío Vik
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