aquí dejo una de esas torres que tanto le gustan a mariel. el día en zaragoza fué espléndido, rodeado de amigos. la poesía otra vez sirvió para encontrarse y pasar unas horas juntos, y contarnos qué había pasado desde la última vez que nos vimos, y escuchar en antígona a antuán con su verbo cercano y a òscar también y conocer a olga bernad y a marta navarro y adavid mayor. y tomar unas cervezicas en la terraza del bar universitario y luego juntarnos a comer en el fuelle un ternasquillo jugoso con almudena, nacho, alfredo, javier, julia y pepito y marta y sus alumnos, y pasear y tomar un café en el patio del museo diocesano -donde no se podóa levantar la voz, aunque lo hicimos- y darnos cuentas que nos quedaba un ratico para volver a pillar el tren y despedirnos y volver a casa. y despertarnos esta mañana soleada de domingo con una hora menos que gastamos ayer en zeta como si fuera doble.
pepe
3 comentarios:
qué bien, mipepe, todo.
zaragoza es así de maja y majos ellos y ellas.
ole la tira!
besicos,
equé bien acompañados os veo, y qué sonrientes. ¡me gusta!
amo estas torres. las recorro en todas direcciones. son juguetes con temperatura, rompecabezas para atesorar.
gracias, enormes, por compartir.
te queremos.
m.
Publicar un comentario