Es
un dispositivo ideológico sempiterno la deshumanización del enemigo. La
justificación de los actos tomando como base una condición de
inferioridad, que avale un tratamiento diferente, se basa en ese
presupuesto sub-equipamiento, en esa irrevocable carencia.
El
ideologema civilización-barbarie es inherente a todo conflicto que se
precie. En el imaginario político y en la historia de la propaganda se
observa un apartado particularmente rico en variantes y significados; la
metáfora o alegoría animal es sin duda uno de los discursos de
deshumanización más recurrentes. Desde tiempos inmemoriales, y con
particular profusión durante la Edad Media, el mundo animal sirvió como
espejo donde mirarse, como motivo iconográfico de gran utilidad en la
transmisión de mensajes de tipo político.
Desde
las historias sobre la creación, las imágenes animales se van cargando
de sentido, convirtiéndose en símbolos especialmente poderosos. Poseen
las propiedades requeridas (condensan significado, multivocalidad,
ambigüedad…) y como imágenes arquetípicas son de fácil lectura y
comprensión. El lenguaje oral esta plagado de referencias al mundo
animal, distinguiendo y atravesando por igual la difusa línea que separa
la civilización y la barbarie, el hombre y la bestia. Las fabulas, el
physiologus, el refranero popular, los bestiarios, los animales de la
factoría Disney… multitud de referencias cruzadas que construyen y
reconstruyen la animalidad. De este magma de significados han bebido los
cartelistas, los ilustradores satíricos, las campañas propagandísticas
en tiempos de guerra mundial y en plena democracia, hoy día, en nuestras
calles.
Esta
investigación, y el foto-ensayo en la cual se ira plasmando, buscan
acercar y alumbrar en lo posible esta intrahistoria ilustrada. A través
de los capítulos iremos conociendo a las distintas especies, observando
como el ser humano moldea sus perfiles, enraíza sus miedos, se
auto-representa o demoniza “al otro” en los dominios de la zoología.
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