suelen morir por culpa del aire que silba en la pared aún con la bocanada el humo y la ración de plástico mordida por otro cielo sólido de arcilla buenos hijos soldados que atienden los penúltimos consejos del pastor sin ver cómo mejora la contienda en su retina de animal lejos de la guarida tan cansada entre ruinas de luz áspera y sucia contando pulsos como el que entrena su memoria en la devastación del mar infectados de luz respirando al compás de las arterias soldados de la fe y la tierra asolada peregrinos cuya forma descansa en las imágenes de todas las contiendas vísceras entre el aire y la carne y tanto pulmón vivo de aire seco que silba detenido en la pared .
pepe
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