ayer, mientras estaba en la cocina ejecutando gestos cotidianos... abrir la ventana, desenchufar la estufa para conectar el microondas, poner el cortado a calentar, echar una calada... fabi me hizo ver la cantidad de veces que habré hecho los mismos gestos y muchos más por todo el piso a lo largo de estos veinte años viviendo aquí...
todavía me asombra esa inocencia con la que realizamos los actos del día a día, lanzar la mano sin mirar para encender el interruptor de luz del lavabo, por ejemplo, o acompañar la puerta con el pie con un toque suave mientras devolvemos la bandeja del desayuno a su sitio...
cosas así.
pero hay algo que va más allá. mi gata vivió conmigo los dieciséis primeros años (toda su vida) y no dejo de rememorar el peso exacto de su cuerpo todas las noches cuando me acuesto y ella venía en su ronda de gestos, también, a decir que todo ok.
todo ok, mi vida. también ayer, cuando en la terraza, noté algo en mi pie y rápidamente evité que mi peso pisara... la alfombrita de la cocina, que habíamos sacado fabi y yo para que oreara...
todo en mi vida ok, sí. no quiero quejas.
òscar
2 comentarios:
todo bien, así. el peso exacto de las cosas y su hechizo. el tiempo aún en su sitio. también lo que no está y se queda para siempre.
todo o.k. querido amigo. me alegro.
pepe
muchísimas gracias, pepe, jolín!
Publicar un comentario