Vamos a bañarnos a la balsa del campo de los báculos, de los chacales. El agua tiene hojas flotando y se ven reflejos verdes de los árboles. Nos detenemos en el borde. Y nos quedamos allí de pie silenciosas. Mirando fijamente la superficie. Ella toca el agua con la punta de su sandalia. Y suavemente las hojas comienzan a moverse. ¿Nos bañamos?. Me da cosa, le digo muy bajito. No está sucia, sólo está oscura, dice mientras vuelve a quedarse mirando fijamente hacia el centro de la balsa. Siento tanto deseo de complacerla... La miro y ella me mira al mismo tiempo. Me ofrece su mano y la enlazo con la mía, muy fuerte. Caminamos por el borde que tiene manchas de hollín. Llevo uno de los dobladillos del pantalón azul descosido, y arrastro broza y briznas. Voy detrás junto a ella, esperando qué, con el corazón doliéndome. De un salto baja del pilar de cemento que rodea la balsa, al suelo de tierra, para alivio mío…y nos adentramos entre los árboles…
say
pepe
2 comentarios:
descender por esa escalera es ascender para no dejar que nada se desvanezca...
nada se disipa cuando nos lanzamos en la pasión de todo lo vivido y todo lo que quede por venir...
tantos reflejos de nuestra lucha interior sobreviviente, que como una marea en continuo movimiento nos trae las cosas más hermosas...
gracias pepe por ser uno de esos seres en que la afinidad me produce tanta alegría,
un beso!
hay que bajar, say, es cierto. y continuar enfrente de los días como lo que son, vida a estrenar.
gracias a tí por mostrar maneras de crecer en los otros, por saber encontrar una voz personal para decirlo.
alegría compartida, say. de andar tan cerca en éstos espacios de encuentro,
abrazos para tí,
pepe
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