No conoció Samoa
pero amó a Tusitala
que le hablaba de islas y tesoros
Efi Cubero (Bifurcación de Jano)
Arrojada del mar, no rescatada.
Pupila azul que juzgas mi hermosura,
perdóname el temblor de la sonrisa,
perdona la tristeza de mis párpados árabes.
No sé si soy de aquí o del otro lado
-pues el mundo es confuso en los naufragios-
pero te ruego, hermano,
que no arropes con frío esta violencia
que aún recata el temor.
Yo no busco la playa bajo los adoquines,
sé que sólo las piedras mantienen su poder:
parten el alma blanca de los cristales sucios
y en los escaparates del arrabal nocturno
nacen raras estrellas llenas de un brillo roto.
Es la firma febril de la expulsada,
los dientes apretados del desprecio,
lo que creció en silencio entre esas olas.
La parte cercenada de mi alma transparente
se ha vuelto ancha y ajena, extraña al mundo
que tú creías tuyo.
Soy irrecuperable como mi corazón
y no siento nostalgia de eso que llaman patria.
He venido a quedarme, no te engañes.
Olga Bernad (Zaragoza, España, 1969)
de El mar del otro lado, Ediciones de la Isla de Siltolá, Sevilla, 2012
pepe
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