10ª TEMPORADA.
FACEBOOK / CORREO: sopadepoetes@yahoo.es
envío de material: a/a sopa de poetes. rúbrica editorial. carrer castella, 27. 08820 el prat de llobregat
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jueves, 9 de febrero de 2012
shackleton & hurley
No busques en la tienda un velo de tul negro.
Cepilla tus cabellos como cintas,
borda y alisa las flores de tu falda.
Eres aún la novia del marinero. No deberías llorar.
El buque avanzó a ciegas sobre una plataforma congelada.
El agua se hacía hilo, el motor reducía su velocidad,
mi cabeza, seca y entumecida,
se enredaba en los hilos vueltos cables de acero.
Yo soñé un nombre. "Antarctica".
Sin bordes ni bengalas ni salidas.
Me despedí en el sueño besándote la boca.
Ahora apoyo en mi pecho tu nombre de extranjera.
Porque la nieve se come los panes y las casas.
Estás tan lejos, inalcanzable y muda.
Los dos haciendo, en un lugar, cosas pequeñas.
Todas las cosas se salen de lugar en los confines.
Los témpanos, sin ojos,
reconfiguran la abstracción antártica.
Antártica es la flor aterida en tu muslo,
la cinta que sujeta la dicha a tus espaldas.
Mientras tanto los perros empujan los trineos.
Un hombre clasifica un puñado de liquen,
otro indaga y anota la conducta del viento,
otro inyecta morfina y evalúa
la podredumbre asilada en una pierna.
Revisan sus manuales,
se inclinan sobre lupas, mapas, estuches y vendas.
El buque cuelga inmóvil entre bloques de hielo.
No amputes todavía.
Eres aún la novia del analfabeto
que dibuja esta carta en el aire.
Clavo cinceles, picos y punzones
en la impasible pared
contra la que golpean y resbalan
los recuerdos.
La voluntad de un bloque es no ceder.
Ya no funciona la estación de radio.
Crujen las maderas y se oxidan los mástiles,
bajo una insoportable y lentísima presión.
Tendrás que imaginar
cómo se astillan los troncos oprimidos,
con qué ansiedad se espera una tormenta
que exaspere los bloques y extinga la parálisis.
Cómo salvamos latas de aceite para lámparas,
botellas de licor, botes y brújulas
(las tiernas evidencias del deseo).
La verticalidad es provisoria.
Cuando nada se mueva,
tendrás que imaginar lo improbable.
Cómo los perros miran, por ejemplo,
un naufragio polar.
Hago la espera,
como quien hace un barco.
En la alucinación alguien camina a mi lado.
Pero vuelvo a contar y cuento uno.
Cuento las nubes que pasan en la fotografía.
Pongo las nubes para que sucedan.
Un capitán promete regresar por sus hombres.
Te he prometido regresar.
Confío en las articulaciones
de un dedo bajo el guante.
El plan era avanzar entre dos mares.
Hubo cambio de plan.
La pena de este insomnio es solo mía.
Hago imágenes que ocupan el tiempo,
se posan en los hombros de la tierra
como si fueran pájaros.
Aquí la tierra ha perdido la cabeza,
las imágenes anidan en los pliegues
de un gigantesco y quieto torso helado.
Exhalo para perturbar la rigidez,
inhalo para disputar oxígeno.
En el delirio el blanco
se descompone en blancos sucesivos.
Me concentro en el tacto
de un blanco contingente y singular.
Intento asir tu rostro intermitente,
antes de que la nieve lo cubra
como a un casco,
le clausure los párpados,
lo entierre como a un breve animal.
Que tu amor no sea eterno ni sea inconmensurable,
porque esa es la inflexible gramática del hielo,
es la medida exacta del horror.
Mientras tanto el trineo deberá ser juguete.
Me abrazo al tibio pelaje de los perros
que sacrificaré sin temblar, con un solo disparo,
en la noche más larga de todas las noches de mi vida.
Esta noche es la tumba de mi risa, cualquier otra tumba será falsa.
"Shakespeare ha muerto", dirán, antes de masticarlo.
Era dulce y valiente y no sufría el martirio brutal de la palabra.
Nunca infligió a su especie el trauma de los juicios.
Antarctica fue sucia, comparada con su puro presente.
Pero su carne, dirán, vale muchísimo menos que la mía.
Así será el dictamen del tribunal del hambre
cuando se acabe la carne de las focas.
Y la hermosura de Antarctica será la de un silencio
dispuesto a devorar, sin distinción,
focas y flores, buques y cachorros,
las cabezas anónimas de una tripulación
extenuada.
Los inversores planifican la capitalización del testimonio.
El núcleo de la imagen es la huella,
la huella es un catálogo de sombras,
la anticipada captura de tu ausencia.
Te buscaré en tu modo de juntar las rodillas,
en un modesto remiendo de la tela,
en el tajo del viento en mis falanges.
Te buscaré en la textura del vestido
que estrenaste sin mí.
Quien dispara la cámara
quisiera apoderarse de un secreto.
No podría contártelo, porque no sé qué es.
Quien filma insiste en procurarle una forma,
tu forma que no puedo ajustar a una ley.
Huelo el hueco evasivo de tu nuca en la Isla Elefante.
Cuelgo una media agujereada en una cuerda,
que alguien exhumará después como un tesoro.
Mientras tanto
todo aquello que pese
será arrojado al agua.
Ha quedado tan poco
en estas coordenadas terminales.
Sella las cajas de fotos reveladas,
rescata placas de los cuartos sumergidos,
recorta y salva lo que verás en las postales.
Los archivos visuales son hijos de un trastorno
que documenta el pulso de lo vivo,
lo congela y difiere su desaparición.
Antarctica me ha dado sus espejos
a cambio de los signos de mi juventud.
Las ráfagas pulieron mi quijada,
adelgacé mi Biblia para andar ligero.
Mi determinación es dura como una roca,
no se aloja en un centro, su periferia es blanda,
su periferia es un derrame cerebral continuo.
Me interno en zonas no cartografiadas
para saciar mi enfermedad.
Soy un paciente de diagnóstico impreciso,
al que otros dan, como quien da un regalo, su paciencia.
En la estación ballenera me tocarán dos veces,
medirán asombrados mis últimos inviernos.
Preguntaré si la gran guerra ha terminado.
Cuatro imperios caerán, las cunas serán fosas,
se morirán todos los caballos.
Cada vez que me abraces estaré en otra parte.
No busques en la tienda camisones de seda.
Cómo pedirte que no llores aunque vuelva a casa.
Acercarse sin alcanzar el sitio.
Querer atravesar el sitio entero.
Perderse y obstinarse en respirar.
El sol se quema, mientras tanto, en tu pelo,
en las horas indómitas del sur.
Mariel Manrique
pajarodechina.blogspot.com
pepe
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