La sombra alargada de tus manos
y la mansedumbre del reloj en la pared
convirtieron la tarde en un deshielo predecible.
La ciudad crecía más deprisa que la infancia
y las calles se quedaban pequeñas
para tanto trajín de raíles y sueños.
“Habrá que poblar la ciudad de corazones”
- repartió una voz
el asombro entre los presentes,
que entre el fragor
y el entusiasmo de los acontecimientos
lo habían olvidado-.
y la mansedumbre del reloj en la pared
convirtieron la tarde en un deshielo predecible.
La ciudad crecía más deprisa que la infancia
y las calles se quedaban pequeñas
para tanto trajín de raíles y sueños.
“Habrá que poblar la ciudad de corazones”
- repartió una voz
el asombro entre los presentes,
que entre el fragor
y el entusiasmo de los acontecimientos
lo habían olvidado-.
Ventura Camacho
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pepe
2 comentarios:
oooh Pepe! gracias!
mi primo, ea!
tio pepe
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