la voz de los que murieron solos
sin palabras sin código
sin la mano de un dios verde y apestado en la frente
la voz de los que comieron ceniza
de los que hurgaron el suelo con su corona de hilachas
de los que no encontraron fosa
la voz del humo gris que viene del borde
de los arenales recostados
la voz que segrega el estupor de la tierra
el monstruoso estupor del aire que engulle
la voz figura del hacinamiento
del timbre demorado
del vaho que arrastra oclusión hiel raíz sonora
la voz disipación del animal
del cuerpo chirriante que retuvo agua
y entregó silencio
la voz llamada orbicular que nos alambra
la voz
la huella nunca ajena
Laia López Manrique
pepe
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