morna

me enteré tarde de que existía la morna, un fado más perdido aún que el fado de lisboa,  y eso que llaman lusofonía, un territorio musical como un triángulo que va de angola, moçambique y cabo verde hasta brasil y vuelve luego a lisboa para volver a áfrica. cesaria evora, estrábica, fumadora, descalza cantaba en míseras tabernas de mindelo y hace unos veinte años alguien la llevó hasta parís. ahí empezamos a escucharla. 

en itineraris, un programa de música que hicimos julio y yo en la radio la pusimos en onda muchas veces y siempre había motivo para quedarse mirando las musarañas, sólos al escucharla. luego vino el éxito y las giras y las estancias de descanso en cabo verde, su lugar y su casa, país pobre, ruta esclava de paso a las antillas. 

después los discos con viejos músicos cubanos, con tata güines, frank emilio, orlando valle, y con unos de los cantantes que más me gustan de ese estilo -fué su director musical-, teófilo chantre. ahora escucho miss perfumado: sodade, morabeza, tortura. una extraña sensación de tiempo huido y de lentitud en un paisaje de playa quemada.

por suerte hay cantantes como mayra andrade que siguen la estela de cesària, que recogen sus señas y las envían otra vez al mar para cruzarse con otras músicas distintas, de baile y carnaval, de añoranza al dejar la tierra de una, de noches enteras de taberna escuchando el mar.

pepe