En Portugal, los perros aplastados o reventados no son enterrados como en nuestro país, sino que se descomponen y secan al aire libre. En el Alentejo, por ejemplo, yacen, si es que los sacan siquiera arrastrando de la carretera, a derecha e izquierda de las carreteras, con las patas abiertas y la cola rígida. Hemos encontrado campesinos previsores que arrojan a esos perros muertos bajo sus naranjos, cuyo rendimiento es entonces doble al menos que el de los otros.
Thomas Bernhardt, Fertilidad . En El imitador de voces
[Traducción: Miguel Sáenz]


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