De la literatura solamente nos atrae lo salvaje. Mediocridad no es más que otro nombre para la docilidad. Lo libre e incivilizado, el pensamiento salvaje de Hamlet y la Ilíada, de todas las escrituras y mitologías, no aprendido en las escuelas, es lo que nos deleita. Tal como el pato salvaje es más bello y veloz que el doméstico, así es el pensamiento salvaje, como el ánade real que con un golpe de ala se eleva entre el rocío, más allá de las marismas. Un libro verdaderamente bueno es algo tan natural, tan inesperada e indescriptiblemente hermoso y perfecto como la flor silvestre descubierta en las junglas del este o en los prados del oeste. El genio es una luz que hace visible la oscuridad, como ese resplandor del relámpago que tal vez haga temblar el templo mismo del conocimiento, y no una cerilla encendida en el hogar de la raza, que palidece ante la luz del día. (1862: 119)
Henry David Thoreau, En Escribir (Una Antología), Pre-textos, Valencia 2008.
pepe
4 comentarios:
thoreau es pura vida...
No es la cosa tan sencilla. Lo salvaje está bien valorado, pero ¿en cuanto pasa a ser llamado salvajismo? Habría que hilar muy fino, creo yo, para ver con qué nos quedamos de la naturaleza animal, de la energía bestial que destruye o crea con el mismo rostro.
no conocía a thoreau. gracias otra vez, carmen. me parece fascinante.
quizá el pensamiento salvaje dista del salvajismo lo mismo que la infancia de la adultez. son los hombres los que encarnizadamente se matan unos a otros, con ese salvajismo tan inaceptable y tan propio de la especie.
los animales y los niños, no. de la naturaleza animal nos hemos de quedar con lo esncial, con el instinto de supervivencia, la protección, el sigilo. sin querer mitificar al animal, seguramnente hemos pagado un altísimo precio por dejar de serlo. aunque algunos humanos hayan realizado maravillas y en ocasiones seamos compasivos, desobedientes, lúcidos.
pepe
gracias bash, gracias albert!
pepe
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