"Me decían que eran necesarios unos muertos para llegar a un mundo donde no se mataría".
Cuando Argelia en los años 50 se transformó en el escenario de una triple guerra (civil, revolucionaria y de independencia), Albert Camus tomó la palabra para denunciar los excesos y descarríos de todos. En su día, el escritor fue un mártir solitario de su entereza visionaria. Hoy es percibido como un profeta desarmado: un creyente en el diálogo, la palabra, vencida y siempre invicta. Odiado por los ultra nacionalistas franceses, los revolucionarios stalinistas y los terroristas de uno y otro bando, Camus es hoy un modelo y ejemplo excepcional, quizá el único en su género.
pepe
1 comentario:
el siglo XX, con toda su fiereza y su terror, también hizo surgir tipos como éste hombre.
quizá su actitud sirviera para hoy, aunque en medio de éste arrasamiento sólo podemos consolarnos -y es mucho- leyéndolo.
(a propósito. dejademe que os cuente una batallita. allá voy.
en mi casa de crío -donde gracias a la sempiterna doctrina nacionalcatólica se siguió, antes de nacer yo, la exigencia del llamado índice de libros prohibidos- desaparecieron balzac, valle inclán o george sand; aunque por casualidad, como en todo sistema de control policial, quedaron olvidadas algunas maravillas, entre ellas, el extranjero, de camus. con catroce años, lo pillé sin que nadie me puesiera sobre aviso y lo leí del tirón. es el libro que más hundido me ha dejado en mi vida. y uno de los acojonantes que leído nunca. fin.)
pepe
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