Como el náufrago metódico que contase las olas que le bastan para morir,
y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores,
hasta la última,
hasta aquella que tiene la estaura de un niño y le besa y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.
Luis Rosales, De Rimas. Porque la muerte no interrumpe nada. Selección y prólogo Félix Grande, Sibila 2009
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