este verano he vuelto a hacer natación. no es el número de piscinas que haga o cuánto tarde en hacer cada largo. me gusta nadar y eso es todo. ahí comienza todo. cada cuatro brazadas, respiro. cuatro más y respiro. en ese lapso que intermedia cada bocanada de aire mi cuerpo se siente feliz. el avance. porque la mente es la auténtica remadora. y sería conveniente que la bajáramos del cerebro hasta situarla entre los pulmones, más o menos donde el esternón. sin esternón, como en muchos otros asuntos de la vida, no hay disfrute ni enseñanza. hoy, después de muchos años, mi cuerpo se ha puesto a los mandos de mi escaso cerebro. no hablo de fuerza sino más bien de pasión. por eso me he acordado de mi mujer en cada brazada. ayer vi su reloj lila sobre la cómoda de la habitación y sentí una ternura infinita por esa imagen que asocio a ella. el cuerpo, desatendiendo bio-calendarios, siempre busca el mediodía y nunca reparara en el ocaso. por eso también nado.
òscar
4 comentarios:
pero qué pingüino más fenomenal, mi òscar!
abrazos a braza
pepe
ah, coño, claro, por eso cuando decimos "abrazos"... si es que todo viene del mismo melón, mipepe!
gracias a ti, pregonaire!
òscar-toy: el único juguete realmente biodegradable
deliciosas inmersiones, querido búfalo...
blogger me pide: ogluggh!!!
muy oportuno blogger, qhb,si es que la vida nos pone los pedos a hervir en la olla/mar/o piscina hasta que flús...
besos,
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