(...) Un caso llamativo sería el de Belén Gopegui en su última novela, Acceso no autorizado, también tildada de política en tanto que hay políticos entre sus personajes. Si nos referimos a una novela anterior como El lado frío de la almohada, donde defiende la revolución cubana, creo que las palabras del novelista cubano Juan Abreu en su novela Cinco cervezas lo dicen todo respecto a un posicionamiento político concreto: “Belén Gopegui ha declarado que la REVOLUCIÓN de la isla pavorosa es: un proyecto admirable y ojalá dure mucho tiempo y se extienda por todo el mundo. Esto mientras se zampaba una langosta en la isla llena de muertos de hambre y de prisiones y de poetas torturados y de bibliotecarios pateados y de escritores envilecidos y paseaba su coño acostumbrado al buen jabón y a exquisitas almohadillas sanitarias por un país donde las mujeres no tienen jabón para lavarse el culo ni qué ponerse en el bollo cuando menstrúan” (...)
(...) Ahora bien, en este caso la pregunta que me acosa —y no es nueva— es la que se refiere, insisto, a la política de la novela, en su forma de política editorial. ¿Se puede ser crítico publicando en una editorial como Mondadori? ¿Es legítima una crítica política si la editorial que publica el libro pertenece a la familia Berstelmann cuya ascenso económico y editorial se debió al apoyo y financiación de los nazis (su autor de cabecera fue el autor de la proclama de la quema de libros) y la otra parte del accionariado pertenece a Silvio Berlusconi; hecho éste que ha provocado que en Italia algunos escritores hayan decidido huir de esa editorial de apariencia cool? ¿No es este tipo de novelas “llamadas políticas” el necesario disenso que necesita toda sociedad para legitimar su sentido (y necesidad) consensual? [O tal vez no]
pepe
2 comentarios:
En este pais hay tantos pijos hablando de revoluciones, pobrezas, sufrimientos, desesperaciones, injusticias sociales, oliendo a farsa de un mal guión. Tantos hijos de papá “escritores”, “artistas”, que reciben subvenciones escandolosas de dinero público, por contactos de familia, para hacer sus monerías o sus performances
“provocadoras”. Que critican hipócritamente aquello de lo que ellos mismos forman parte. Estas subvenciones de los ministerios de cultura a novios, hermanos, colegas, amigos. Ayudas a la creación, retiros a “casas del escritor”. Cantidad de millones del erario público que van a parar a unos cuantos por hacer nada. Pagamos sus pisos de propiedad en los lugares más caros de la ciudad, sus grandes viajes, sus cócteles, sus fiestas. Niñatos que no pegan un palo al agua en toda su vida.
Estos niños hijos de la burguesía, de militares y altos funcionarios franquistas que no saben lo que es la precariedad, la pobreza, la humillación, la necesidad. Pero no paran de publicar libros y hacer teatro hablando de ello. No nos engañemos. En nuestra magnífica transición se impuso el silencio. Los de siempre tuvieron que cerrar la boca. Los franquistas siguieron en los mismos puestos. Con otro nombre. Ahora tenemos a sus herederos. Sólo tenemos que ver quienes fueron y son sus padres. De dónde vienen. Son los que copan la vida cultural de este país. Las sagas de actores, escritores, poetas, filósofos, políticos. Los que tuvieron que callar aún están taponados en su legítimo derecho a, realmente, tener las mismas oportunidades. Ah es que ni el talento, ni el arte, ni los anhelos creativos existen en las sagas de barrenderos, albañiles, peones, obreros...
todo inamovible, cada uno en su lugar.
gracias por tu comentario, say!
no puedo estar más de acuerdo contigo.
el arte del engaño llevado a su cénit. no en vano este "modelo" es un espejo en el que se miran otros antiguos regímenes...
máximo beneficio, mínimo riesgo. y lo más impoerante: horizonte ilimitado.
abrazos
pepe
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