después de un gran dolor, uno se hace formal -
los nervios se apoltronan, como tumbas-
el corazón ya tieso se pregunta
si fue el quien lo pudo soportar,
si fue ayer o hace siglos.
los pies, igual a autómatas, recorren -
en el suelo, en el aire, en el vacío -
un sendero del bosque
que ha nacido al descuido,
resignación de cuarzo, como piedra -
es la hora del plomo -
si se la sobrevive, es recordada
como quien soportó nieves glaciales -
frío -al principio- luego aturdimiento -
después dejarse ir-
Emily Dickinson (Amherst, Massachusetts, EE.UU., 1830 - 1886)
“Por ínfimas finuras”, selección, prólogo y versión de R. Herrera,
Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2009
pepe
2 comentarios:
poemón!!!
de veras que sí, emma!
pepe
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