Porque salieron ardiendo trapos y ladridos,
porque el descampado era una voracidad hilarante,
porque la luna parecía el fruto de cualquier árbol,
porque los contenedores cacareaban más,
porque los sofás se inflamaban hacia dentro,
nos encontraron, y aunque no comprendíamos
el perverso placer de buscarnos, nos ofrecimos
a esclarecer la devastación por una sola vez.
(Habíamos dejado un rastro demasiado fácil,
dijiste, bordeando los escombros
de Venus Occidental).
Elena Román,
Diario de un ascensor en un bloque de dos plantas con azotea
http://elblogtardiodeelenaroman.blogspot.com/
pepe
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