ayer me metí casi diez horas en la biblioteca y hoy caí en redondo. el esfuerzo valió la pena, porque ahora afronto con algo más de tranquilidad la entrega del último trabajo de la universidad.
fue desconcertante perderme en la biblioteca a eso de las once de la noche. mis padres me vieron por la ventana y sus gestos escribían “¿qué coño haces ahí a estas horas?” hoy me levanté cansado. un nuevo estirón esta noche, la de mañana también, y cerrar unas de las heridas abiertas el miércoles.
a pesar de la tristeza de estos días, cosas que son una chispa.
mensajes de ana muñoz, tan inmensa ella, y a su vera, la conversación del viernes con don antuán, medio roto en el sofá, pero siempre generoso en su conversación.
y el mensaje homoerótico de ventu también hace unos días.
y la charla con stella, breve, ella en bici, yo con las bolsas de la compra.
y repasar entradas de estas últimas semanas del blog, y ver los regalos que ha ido dejando pepe, poemas que copio-pego para la lectura de julio.
me asomo a la ventana, intentando atrapar este paisaje. en el piso de enfrente, un niño con guantes golpea una pared de ladrillos. es moreno, pero creo que soy yo.
mariano
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