Es tan poco el trabajo de la hierba,
esa esfera de simple verde:
sólo criar mariposas
y entretener abejas.
Todo el día bailar al ritmo de las lindas
tonadas que las brisas traen
y recibir el sol en el regazo
y a todo decir sí, inclinándose.
Ensartar el rocío -como perlas-
toda la noche. Y emperifollarse
más elegantemente
que una duquesa.
Y, al morir, deshacerse
en fragancias divinas,
como humildes especias que se quedan dormidas
o como nardos que perecen.
Y entonces habitar en trojes soberanas
y soñar por el resto de los días.
Es tan poco el trabajo de la hierba.
Yo quisiera ser heno.
esa esfera de simple verde:
sólo criar mariposas
y entretener abejas.
Todo el día bailar al ritmo de las lindas
tonadas que las brisas traen
y recibir el sol en el regazo
y a todo decir sí, inclinándose.
Ensartar el rocío -como perlas-
toda la noche. Y emperifollarse
más elegantemente
que una duquesa.
Y, al morir, deshacerse
en fragancias divinas,
como humildes especias que se quedan dormidas
o como nardos que perecen.
Y entonces habitar en trojes soberanas
y soñar por el resto de los días.
Es tan poco el trabajo de la hierba.
Yo quisiera ser heno.
Emily Dickinson, 333
pepe
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