Me marché a Egipto tratando de huir
del indio, pero el indio golpeó
desde su nube y desde el cielo.
No era una serpiente engendrada en la luna,
serpeando debajo del aire espectral
y soñando en su cómodo sofá.
El indio golpeó y desapareció.
Sabia que mi amigo estaba cerca –
yo adormeciendo en el verano del cuerno de la abundancia.
Wallace Stevens
pepe
3 comentarios:
Excelente Wallance Stevens.
un adelantado a su tiempo.
Ahora estoy leyendo sus poemas tardíos, sus últimos poemas que me llevan a enlazar a Žižek, la cuántica, Steiner y las gramáticas de la creación, Eduardo Milán o Ashbery... y todos fluían ya por ese caudal mistérico de la poesía inadjetivable, profunda y solventemente rumorosa, que hace contemporáneos a poetas de cualquier siglo en ese devenir poesía único y continuo.
Un abrazo, Pepe y buen poema traes a colación.
(Siempre que paso por acá, disfruto y aprendo. Pocas veces comento, me reconozco pudoroso y quizá por vanidad negativa, mamo de vuestras ubres y lo callo. Así engordo y gano en salud)
Tu Víktor
joé, vík, me alegro mucho de verte por aquí, compadre, en serio.
òscar me regaló los poemas tardíos. espléndidos. igual que
steiner, qué sabio. con esa forma radical de ahondar en el presente
sé que eduardo milán es uno de tus preferidos. tengo aquí al lado solvencia. creo que voy a flipar.
en fin, es lo bueno de tener estas lagunas oceánicas que tengo, coño, que todo me parece nuevo y me queda tanto aún...
nos queda lo mejor, víktor.
¡gracias por tu comentario!
un abrazo muy fuerte y cuídate. a ver si nos vemos pronto, fenómeno.
pepe
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