"En momentos felices me decía a mí mismo: también yo puedo reunir personas en torno mío a las que relatar algo. Pero en vez de cambiar de lugar a lugar, sin saber a quién iba a encontrar ni qué oídos se abrirían a mí, en vez de vivir de la confianza de mi propio relato, me había hipotecado para con el papel.
Yo, soñador, pusilánime, vivo a resguardo de mesas y puertas; y ellos entre la algarabía del mercado, entre cientos de rostros extraños, cambiando diariamente, desprovistos de todo conocimiento frío y superfluo, sin libros, ambiciones ni prestigio vacío (...). Aquí [entre los cuenteros de la plaza] me encontraba de pronto entre poetas que podía mirar a la cara porque no había una sola palabra suya que leer".
Yo, soñador, pusilánime, vivo a resguardo de mesas y puertas; y ellos entre la algarabía del mercado, entre cientos de rostros extraños, cambiando diariamente, desprovistos de todo conocimiento frío y superfluo, sin libros, ambiciones ni prestigio vacío (...). Aquí [entre los cuenteros de la plaza] me encontraba de pronto entre poetas que podía mirar a la cara porque no había una sola palabra suya que leer".
Elías Canetti, Las Voces de Marrakesh. Pre-Textos. 2006
pepe
No hay comentarios:
Publicar un comentario