"Las literas de dos pisos ocupaban casi por completo el espacio de los cubículos-dormitorios donde se apiñaban los veteranos que regresaban al país. El exparacaidista que habría de ser mi compañero de habitación me miró con absoluta incredulidad. Nunca había visto un ser tan evidetemente mimado, protegido, convencionalmente vestido y cargado de libros como yo.
Tras un largo y áspero silencio, me preguntó si yo era "listo". Apostando por mi supervivencia, rspondí: "extraordinariamente". Al oír la palabra esbozó una mueca de disgusto y de asombro. Luego dedujo con laconismo que yo podría serle útil para aprobar sus asignaturas, cuyas listas de lecturas yacían desordenadas sobre la mesa.
Más tarde, sin embargo, me enseñó algo que yo jamás sería capaz de conseguir aunque lo intentase sin descanso durante un millón de años. Alfie, se puso en cuclillas, extendió los brazos hacia adelente, los tensó y se subió de un salto a la litera de arriba. Ningún Nureyev ha logrado superar para mí el explosivo arco de ese salto que mostraba el absoluto dominio de un paracaidista sobre sus muslos en tensión, sobre el resorte oculto en la zona inferior de su espalda.
Me quedé paralizado, a punto de llorar por mi ineptitud y la sencilla belleza de aquel gesto. Nos hicimos amigos.
George Steiner, Errata. El examen de una vida.
pepe
4 comentarios:
no es por nada, muy buen gusto
gracias, david.
saludos
pepe
¡qué forma tan magnífica de iniciar una amistad!
desde luego, amigo!
pepe
Publicar un comentario