Vuelvo, infectado de consciencia, a donde nací.
Las alas, paralelas a las fábricas
cerradas de debajo, son de la estabilidad.
Finjo sosiego y descubro vacíos
los asientos de los lados. Recuerdo a mi padre
que cuando pequeño, íbamos en pareja a.
Anhelo montes, niños corriendo, a encender
la estufa para la escuela, un hombre – e intermitencia
ideológica, graduación con la que al yo-
que al tacto éste es tu hogar.
No es ésta la vida que yo quiero: morder labio
y tragarse todo. ¿Aquélla sí?
Humillado por la tierra, es inútil. Resulto. Eres tú.
Alberto Acerete, El Avión
pepe
3 comentarios:
Gracias, Pepe, eres un sol.
El poema es dificilillo, pero bien sugerente y como es al modo de Vallejo cien años casi después, me gusta.
Abrazos.
antuán, ahí queda el poema de alberto bien fermoso.
para que lo gaudeemus ígitur, pero, eso sí, fuera de la universidad y al modo peruanísimo de don césar.
abrazos
pepico
http://estabanlocos.tumblr.com/post/2417976774/alberto-acerete
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