Todo empezó en un día de violencia.
Hacía nueve años que los aqueos asediaban Troya: a menudo necesitaban víveres, o animales, o mujeres, y entonces abandonaban el asedio e iban a procurarse lo que querían saqueando las ciudades vecinas. Ese día le tocó a tebas, mi ciudad. Nos lo robaron todo y se lo llevaron a sus naves.
Entre las mujeres a las que raptaron estaba yo también. Era hermosa: cuando, en su campamento, los príncipes aqueos se repartieron el botín, Agamenón me vió y quiso que fuera para él. Era el rey de reyes, y el jefe de todos los aqueos: me llevó a su tienda y a su lecho. Tenía una mujer, en su patria. Se llamaba Clitemnestra. Él la amaba. Ese día mevió y quiso que fuera para él.
Pero algunos días después, llegó al campamento mi padre. Se llamaba Crises, era sacerdote de Apolo. Era un anciano. Llevó espléndidos regalos y les pidió a los aqueos que, a cambio, me liberasen. Ya lo he dicho: era un anciano y era sacerdote de Apolo: todos los príncipes aqueos, después de haberlo visto y escuchado, se pronunciaron a favor de aceptar el rescate y de honrar a la noble figura que había venido a suplicarles. Sólo uno, entre todos, no se dejó: Agamenón. Se levanto y brutalmente se lanzó contra mi padre diciéndole: "Desaparece, viejo, y no vuelvas por aquí nunca más. Yo no liberaré a tu hija: envejecerá en Argos, en mi casa, lejos de su patria, trabajando en el telar y compartiendo mi lecho. Ahora márchate si es que quieres salvar el pellejo"
Alessandro Baricco. Criseida, Homero, Ilíada. Anagrama 2005
pepe
2 comentarios:
Moraleja: Más le vale a un egoísta la compañía de criseida a polvo que apolo de un viejo pellejo.
Z+-----
vale.
p
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