10ª TEMPORADA.
FACEBOOK / CORREO: sopadepoetes@yahoo.es
envío de material: a/a sopa de poetes. rúbrica editorial. carrer castella, 27. 08820 el prat de llobregat
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martes, 26 de octubre de 2010
un poema de juan andrés garcía román
ESPACIO DE TIEMPO (fragmento)
con los ojos cerrados,
con los ojos como tragados
Rilke
(… …)
Mira la luz: quiere barrer bajo las alfombras y los párpados,
está buscando su fondo dentro de ti, quiere cerrar su elipse,
jugar a morderse la cola como los perros tontos.
La luz blanca es la única cosa capaz de penetrar sin romper el himen de tu muerte:
eso que los poetas del XVI con sus gorgueras llamaban «el velo mortal».
No temas, el instinto es un avecilla que, aunque vuele,
está atada con un cordel al índice: un globo o un anillo,
un precioso juguete victoriano.
¿Un telón dices? ¿Un fondo? ¿No dijiste que tus poemas estaban ciegos?
Pero mi sensibilidad es de un solo uso —he contestado,
deberíamos tener un corazón de belcro y colocarlo sobre el pecho
como los espadachines que se entrenan,
esconder en el bolsillo de la camisa un as de corazones.
El himen de tu muerte...
Porque, en realidad, estás pensando en el alcohólico con cara de
ángel en la estación.
Sí, llevaba un jersey de mujer,
tenía un carro de la compra y blandía un paraguas.
Parecía un caballero andante. Él era don Quijote y el carrito su Sancho.
El mendigo estaba en el suelo cubierto de radiografías.
Le hablaba a su tumor, decía: Ah golondrino, golondrino,
cierro los ojos mucho y te veo,
cierro los ojos con todas mis fuerzas,
pongo los ojos «como tragados», como decía el poeta, y te veo:
estás en mi interior, entre el matorral de mis costillas o quizás más abajo y
contemplas desde dentro cómo mi ano sale y se pone cada día
como si fuese un astro, la luna.
¡Ah golondrino, golondrino mío!
Hazme un favor: olvida hoy los extremos, el origen.
Tú lo dices: despegarse la herida como una pegatina.
Los boxeadores se hacen extirpar el tabique nasal:
es lo que la poesía debiera hacer con las mayúsculas.
¿Qué hemos venido a ver?
Los basares del arco iris hundiéndose en el humus repleto de lombrices.
Y mira allí:
el horizonte se rompe como una tabla que quiebra un karateka.
Las copas de los árboles son ruedas espirales:
unas empiezan donde acaban otras,
iguales a esos tornos cilíndricos con oración escrita de los templos budistas,
los que hay que hacer girar pasándoles la mano.
Arráncales la verticalidad a los árboles, haz como con las estrellas,
tira del humus como de un mantel y que los árboles se queden
de pie como copas, como excepciones. La estructura que regresa,
lo contrario de un estado, la estructura de una excepción. Algo
que no exista, pero tampoco que muera: algo que no nazca.
No las raíces que unen los árboles al suelo, sino la horizontalidad
sin límites.
La verdadera raíz de un árbol son sus pájaros, su procesionaria, sus
plagas, el esqueleto sacado afuera como guirnalda.
Eso es: ¡una guirnalda fotófoba!
Ves los coches pasar, las ambulancias...
¿Puedes dejar de hablar ya de la muerte?
Entonces, quítales la verticalidad, como a los árboles y como a las
estrellas.
Y las ambulancias se quedarán, sí,
pero lo harán en un nuevo logrado silencio,
una intransitividad.
Despega la ambulancia del papel de calco del alma.
Quieren perder lo que las sustenta, su idea en nosotros, aquello que
nos hiere.
Porque ése es nuestro tiempo. Y la felicidad, la muerte, la tristeza:
todos los grandes conceptos o temas quisieran irse y dejar a solas la
mirada,
desaparecer.
No, no, tampoco desaparecer, en realidad
subirse, como los testículos de los niños.
Juan Andrés García Román (de El fósforo astillado, 2008)
pepe
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3 comentarios:
recogido en
http://www.catedramdelibes.com/archivos/000776.html
pepe
Yo lo conozco bien.
Preguntadle por la palabra aporía, utilizado por Pedro Laín Entralgo en uno de sus ensayos.
cachis, se nos pasó porque no vimos tu comentario.
ò.
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