A mi familia y amigos de Navarra. Gracias.
"Regresé y, antes de darme cuenta, estaba sumida en un verdadero frenesí. A media noche, le había sacado lustre a toda la habitación.
Me dediqué incluso a repasar mis cosas y a librarme de algunas. Cabos viejos de lápiz, un par de historias que había escrito y que eran demasiado embarazosas para que las leyera alguien, unos pantalones cortos rotos, un peine al que le faltaba la mayoría de las púas.
A continuación, saqué los huesos de ratón que guardaba en el bolsillo porque, de repente, me había dado cuenta de que ya no los necesitaba. Pero era incapaz de tirarlos, de modo que los até con una cinta roja para el pelo y los deposité en el estante, junto al ventilador. Los observé un minuto y me pregunté cómo una persona podía tomar apego a unos huesos de ratón. Decidí que, en ocasiones, todos necesitamos cuidar de algo, nada más.
Para entonces empezaba a estar cansada, pero saqué las cosas de mi madre de la sombrerera (el espejo de carey, el cepillo, el libro de poesía, la aguja en forma de ballena y la fotografía de las dos con las caras juntas) y las coloqué en el estante con los huesos de ratón. Tengo que admitir que hacía que toda la habitación pareciese distinta.
Mientras me dormía, pensé en ella. En que nadie es perfecto. En que tienes que cerrar los ojos, soltar el aire y dejar que el rompecabezas del corazón humano sea lo que en realidad es."
LA VIDA SECRETA DE LAS ABEJAS, Sue Monk Kidd.
UN CANTO
Y eso al cabo qué importa.
Tira de ti hacia arriba, sal de ti.
Alza los ojos, sin pensar en nada.
Ábrelos bien y mira
toda esa luz que viene del cielo como música.
Respírala con ganas, que hasta el fondo
de tu pulmón sombrío se abra paso.
Si la recibes sin temor y dejas
pasivamente que en tu ser se adentre,
se encenderá tu barro y te irás convirtiendo
tú mismo en luminosa criatura.
La luz de un solo instante, tan poderosa y dulce,
sabe saldar del todo cualquier cuenta
que un ser humano tenga con la vida,
y aún sobraría oro para aquellos
que incrédulos y tristes a mirar se acercaran.
Todo lo puede este fulgor dorado:
borra los daños de mayor alcance,
y hasta los más pequeños
(que son a veces los que más se obstinan).
¿No lo ves? Ya estás limpio. Ha sido fácil.
No hay en tu piel heridas ni turbias cicatrices.
Y eres alguien, al fin, inocente, invencible,
un hombre que está vivo como nunca
y del que brota sin esfuerzo un canto.
ELOY SÁNCHEZ ROSILLO
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..Feliz lunes.
Un beso,
Anay
1 comentario:
¡qué bien anay!
con los lunes de anay la sopa está más rica.
besos,
ò.
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