
Ya el delirio no me solicita.
Vivo sobre la sal, levantándome y cayendo, día tras día.
Como, ando, me acuesto sobre lo que me sostiene sin
pedir una aclaración, sin esperar nada. Soy un cuerpo.
Me llamo tensión, debilidad, silencio, piel, nervio, olor,
yerrro. Me arrastro, toco hierba, me hago suelo. Lo ine-
fable no me quiere.
Hace años dejé de preguntar.Desistí en un filo. Las ven-
tanas dicen vivir.
El pensamiento escarba, escarba. Soy una cuerda que se
abraza a la última proximidad.
Vibrante querer.
Ducho en distensión, en rotura, en desvivir, persisto.
Arrastro una historia anonadada.
Soy flaqueza máxima. Mis piernas se doblan. No llego no
llego.
¿De dónde sale la fuerza cuando sigo? Soy el sordo, el exa-
brupto, el golpe en la mejilla, el veneno de la suavidad, el
manto del loco, el que hostiga el fervor, la ciénaga sin fulgor,
la horma de nuestra ignorancia, el que se hace, se deshace,
se hace.
Rafael Cadenas, De Intemperie 1977
pepe
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