Un sueño largo, largo, un ya famoso sueño,
que señales no da de que se está acercando el día,
pues no mueve ni un párpado el durmiente:
un sueño independiente y apartado.
¿Pereza como ésta se vio nunca?
En orilla de piedra, bajo el calor,
dejar pasar los siglos
y ni una vez mirar si el mediodía llega.
Emiliy Dickinson
pepe
2 comentarios:
cuesta llegar a la poesía de la dama blanca, que con 1775 poemas extraídos de un arcón complice de su discrección no alumbra demasiado sobre las periferias y articulaciones de su creatividad, su vida y convivencia, sus amores, sus secretos. Cuando sumas las cartas, las que no fueron destruidas y con la pérdida voluntaria de sus replicantes amigos y familiares, uno cuanto menos detecta ese coraje femenino por ser libre en un mundo "encarcelado" en los dogmas y costumbres. Y con exquisita sensibilidad, fino y arriesgado humor, Emilie no desatiende el más mínimo suceso de lo acaeciente a quienes ama, respeta o añora. Inteligencia para incluso desarticular un lenguaje encorsetado, una métrica rígida y una razón insuficiente entre los miedos ontológicos y una puritana moralidad.
¿A quién dirige, cómo último lector, su meditado pálpito, su insurrecta voz, su humilde resistencia, su coherente duda?
Emilie sufrió mucho, por la incomprensión en su tiempo, e incluso hasta hoy, de su manera de darse, de decirse, de compartirse, de acercarse-lejos.
Se que nado en la superficie de un espejo que refleja el entorno de ahora y aún no conseguí esa lectura abisal, ese tocar el fondo, de su palabra y su corazón. Quizá nunca llegue, pero es hermoso ya este ir horadando la luz para buscar el cuerpo de la sombra, que aún late, con un lenguaje insustituible.
Tu Víktor
joder, vík, gracias por tu comentario tan lleno de pasión, compadre.
ahí estamos, sí, intentando romper la superficie y bajar a escudriñar las sombras.
"...dejar pasar los siglos
y ni una vez mirar si el mediodía llega".
la verdad es que acojonan estos versos.
un abrazo bien fuerte
pepet
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