Dorothy Parker nació en Nueva Jersey, en 1893, con el nombre de Dorothy Rothschild, hija de un fabricante de tejidos (que no pertenecía a la familia de los ricos banqueros del mismo nombre) y de una madre escocesa que murió cuando Dorothy era muy niña. En 1917 se casó con el apuesto Edwin Pond Parker II, de quien se divorció muy pronto, pero conservó el apellido, pasando a llamarse Dorothy Parker el resto de su vida.
Su carrera literaria comenzó el día de 1916 en que vendió a la revista Vogue sus primeros versos. El editor la contrató inmediatamente y al cabo de cierto tiempo, admirado de su talento, la derivó a Vanity Fair, donde se convirtió en la única crítica teatral de la ciudad de Nueva York. En Vanity Fair conoció a un puñado de escritores con quienes empezó a reunirse en el Algonquin Hotel. Fue el comienzo del influyente círculo literario e intelectual conocido como la Mesa Redonda del Algonquin, que tuvo su momento brillante en la década de los veinte.
Dorothy fue también una de las escritoras que dieron su toque de originalidad a la revista The New Yorker, fundada por Harold Ross en 1925. Los cuentos de Parker empezaron a aparecer en esta revista, en forma de diálogos cargados de un humor vitriólico, y contribuyeron a ese tipo de relato que después los críticos catalogaron como un género: el cuento The New Yorker. En todo caso, la obra de Dorothy Parker apareció en esta revista a intervalos irregulares entre 1926 y 1955.
En su juventud conoció la fama como escritora y columnista a la moda. Su primer libro de poemas, Enough Rope, publicado en 1926, fue un best seller. Pasada la moda, los años veinte, la Ley Seca y la Segunda Guerra Mundial, Parker y su obra cayeron en un olvido completo, al punto que, cuando se anunció su muerte en 1967, el mundillo literario se sorprendió de que aún estuviera viva. Como Djuna Barnes y Jean Rhys, los críticos, y por ende los lectores, la declararon en vida "literariamente muerta". Hubo que esperar hasta fines de la década de 1970 para que la crítica literaria norteamericana reconociera en ella a la magnífica escritora que fue.
Sus relatos completos, que podemos leer hoy vertidos al español por un equipo de cuatro traductores profesionales, revelan a una escritora de amplio registro, una maestra del diálogo, del que se sirve para describir con nulo relleno el mundo social de los años veinte y treinta. En virtud de este recurso, sus narraciones producen el efecto de escenas estáticas; ni el narrador ni sus personajes cambian, quien cambia su percepción es el lector cuando empieza a darse cuenta, gracias a detalles aparentemente intrascendentes, de lo que el escritor le está diciendo.
Más cerca de James Joyce y de Gertrude Stein que de sus colegas del Algoquin neoyorquino, Dorothy Parker trata con ironía, sarcasmo, ternura y una enorme compasión hacia la tragedia privada y singular de cada persona casi todos los aspectos, tristes y cómicos, de las relaciones entre hombres y mujeres o del american way of life de su tiempo. Ejemplo de ello son los excelentes monólogos titulados Una llamada telefónica de 1928 y A altas horas de la madrugada de 1933.
Asimismo, este libro nos permite comprender, gracias al orden cronológico de los relatos, el cambio operado en la sociedad norteamericana a partir de la Segunda Guerra Mundial. Parker se había comprometido políticamente a partir de 1927, a raíz de la ejecución de Sacco y Vanzetti, y su militancia socialista, que la condujo a España en 1937, se ve reflejada en relatos como Soldados de la República.
Los cuentos de los años cuarenta y cincuenta, como Nivel de vida, El permiso maravilloso o Lolita, son una crítica feroz (dolorosamente irónica) de una sociedad obscenamente capitalista y masculina en la que a diario, insidiosa e invisiblemente, se daña a la humanidad en la persona de una mujer, un niño, un negro, un judío. Dorothy Parker percibió como ninguna otra escritora antes el poder letal del engaño, de la mentira, de las palabras que no dicen lo que dicen y lo contó, con humor y sarcasmo en su juventud, con dolor y compasión en su madurez.
Anna Becciú, Babelia 15-3-2003 (por cortesía de Laia López Manrique)
2 comentarios:
a que es buenísima?
b)
llevo leídos un par o tres de cuentos, y me parece que sí. otra escitora que no conocía, y que agradezco que me hayas descubierto.
(en realidad tenía una edición de bosillo que compré en un caparabo y ahí se quedó, esperando su ocasión)
besos
pepe
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