siempre me siento en el mismo lugar cuando voy a la biblioteca los sábados. al lado de una ventada. subo una pequeña persiana. detecto los mismos rostros, a las mismas horas. hablo con la amiga que lleva la sala infantil. me penetra el sonido de tacones buscando alguna novela. miro sigilosamente al señor que repasa de manera extraña todos los periódicos y en un pequeño papel apunta letras, símbolos. reviso la sección de poesía que ya ví ayer. me muerdo un poco las uñas y bostezo. así arrancan muchos sábados mi vida.
y tras la ventana de la biblioteca, el balcón de todos los sábados, con las ventanas abiertas, y las sábanas colgadas para recuperar aliento. a veces veo a la chica que mecánicamente hace ese mismo gesto todos los sábados. lleva una bata rosa.
me gusta esta repetición de gestos. aunque sea con el corazón cansado. son movimientos que te empujan, aunque no quieras.
mariano
pd. me acabo de emocionar releyendo esta entrada. no por lo que he escrito.
y tras la ventana de la biblioteca, el balcón de todos los sábados, con las ventanas abiertas, y las sábanas colgadas para recuperar aliento. a veces veo a la chica que mecánicamente hace ese mismo gesto todos los sábados. lleva una bata rosa.
me gusta esta repetición de gestos. aunque sea con el corazón cansado. son movimientos que te empujan, aunque no quieras.
mariano
pd. me acabo de emocionar releyendo esta entrada. no por lo que he escrito.
4 comentarios:
Querido Mariano.
A veces, tus entradas...
Todo aquello que no dices. Llega lejos, muy lejos. Justo aquí.
Un beso.
Anay
touché, Mariwano...
Es muy ... dulce. Me recordó la escena en la biblioteca en "Las alas del deseo", de Wenders. Quizá un ángel esté rozándote la cabeza allí, cada sábado, inadvertido.
besos,
M.
es precioso Mariano
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