
Cuando toda la ciudad supo que había llegado por fin la medianoche yo estaba, solo y casi a oscuras, mirando el río y la luz del faro desde la frescura de la ventana mientras fumaba y volvía a empeñarme en buscar un recuerdo que me emocionara, un motivo para compadecerme y hacer reproches al mundo, contemplar con algún odio excitante las luces de la ciudad que avanzaban a mi izquierda. Había terminado temprano el dibujo de los dos niños en pijama que se asombraban matinalmente ante la invasión de caballos, muñecas, autos y monopatines sobre sus zapatos y la chimenea. De acuerdo con lo convenido, había copiado las figuras de un aviso publicado en Companion. Lo más difícil fue la expresión babosa de los padres espiando desde una cortina y abstenerme de usar el carmín para cruzar el dibujo con letras peludas de pincel de marta: "Biba la felisidá".
oooo
J.C. Onetti Dejemos hablar al viento
ooooo
pepe
oooo
J.C. Onetti Dejemos hablar al viento
ooooo
pepe

2 comentarios:
Era implacable. El párrafo que elegiste es Onetti en estado puro. Todo vira a negro desde que los padres aparecen espiando tras la cortina con "expresión babosa". Todo vira a negro en Onetti.
besos,
M.
mariel, tengo delante un nubarrón de esos de lluvia perseguida, de los que no puede verse el fondo...joder, onetti es eso, hondura implacable y ternura desmedida...no sabes nunca adónde te lleva el hijoeputa, vas en medio de la tormenta y sin embargo esperas que siga todavía un poco más aún, adentro, sin ver nada pero el dolor bien claro.
abrazos y lluvia, algo de otoño
pepe
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