vivir bajo su sombra

fabi y òscar nos habían hablado del mas de bondia. fueron el año pasado. un pueblo de una única calle. era difícil de entender. en lo alto de una colina, con forma de barco anclado en piedra, rodeado de viñas y almendros. no es un retrato idílico, no recordamos la brutalidad de lo rural; ahora encontramos cobertura, wi-fi, un mundo paradójico en extinción; pero aún quedan otras señales propicias, hechas para contemplar. linealidad de la sombra y la luz, precisión de la forma que contiene el secreto cifrado y evidente, armonía nocturna: bancadas de chicharras y grillos en coro hasta el fondo del monte y algún pájaro desconocido -ni mochuelo, ni cuco- que sí canta de noche. oleadas de música sin papel. el cielo como la piedra negra inescrutable, parado a la velocidad eterna de la luz. júpiter como la bombilla que apagas con la mano, mineral brillante que se desliza eternamente y ahora ves. porque ese cielo azul que todos vemos / ni es cielo ni es azul: ¡lástima grande / que no sea verdad tanta belleza! la paradoja de la noche móvil, bulliciosa. el frescor de los muros de piedra de la casa. el balcón caliente por donde sobrevuelan golondrinas negras y muy jóvenes, su vuelo generoso, flechas locas de aire chocado por sus alas. como dice òscar describiendo alamús: hemos visto conejos al pie de la carretera al caer la tarde, urracas y gorriones, murciélagos, su sombra, oído grillos, visto pasar cuatro estrellas fugaces. beber las golondrinas en el agua. bailar las copas de los árboles. vivir bajo su sombra.

ooooo

pepe