el domingo temprano a recorrer la ruta conocida, que sin embargo cambia cada vez. esta mañana, después de la tormenta, encontrar los campos anegados como piscinas para patos con el fondo de barro, las acacias frondosas, las torcaces volando rápidas en pareja. el placer de saber que -aunque el cuerpo no responde ya como debiera- las piernas, sí. a pesar de la prótesis mittelmeyer que llevo implantada en la cadera desde hace 23 años. sentir este aire en la cara, su brillo caliente hasta llegar al mirador. el color intenso de los cañizos que brotan imparables a un lado y otro del canal con el agua de la lluvia de ayer. a la vuelta leer un rato en la represa con el ruido del agua de fondo y las manchas de luz de los chopos sobre las páginas del libro. comprender la trama que se va aclarando al llegar al final. escuchar el canto de una garza oculta debajo de las cañas que crujen bajo sus patas al acercarse al agua. nubes creciendo como inmensos y delicados animales perdidos. las nubes sobre mí.
ooooooo
pepe

2 comentarios:
Leyendo esto, por unos segundos, me he sentido sobre la alfombra mágica de Aladino: rumbo a Allí.
Sí, un placer.
Gracias.
gracias anay, es un sitio curioso.
besos
pepe
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