ayer estuve leyendo un rato por la mañana en el parque fondo d´en peixo (extraño nombre) bajo la sombra de una acacia, justo al lado de uno de los árboles que más me gusta del prat. un eucalipto gigante, tapizado hasta arriba, torre ondulante verde. está en el patio de la escuela del parc. pasaron algunas personas y de pronto levanté la vista y estaba sólo. se estaba bien allí, sólo, escuchando pájaros y hojas espléndidas. luego encarna y yo vimos dos películas. la segunda, en casa. se llama el niño y cuenta una historia de adolescencia y penuria. a la una de la noche, asomado al balcón escuché rastros de silencio cuando la calle está vacía en días como ayer, crujidos de persianas al bajar, pasos indecisos, voces al fondo de la calle, puertas cerrándose, un gato perezoso que se paseaba por encima del muro de la casa de enfrente. nuestra calle tiene una exacta densidad nocturna de movimientos lentos. vivimos pocas personas en ella. y anoche me gustó percibir esa respiración aletargada de objetos y de cuerpos cansados que se retiran a su aroma. ahora, un lunes día uno de junio, brilla el aire como a mí me gusta. hay otro día entero para estar. miguel se ha ido a la playa con sus amigos. encarna y yo, nosotros. en el disco que he puesto, suena una canción cubana, como fué.
oooooo
pepe
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