COMÉDIE D’UN JOUR
Cuando la vida no contiene un nombre
en que reconocer mansamente al enemigo,
al otro, al que acecha o pasa indiferente por el lado
y posee un cuerpo tentado por la muerte,
los que estamos solos
amaestramos al fantasma obsceno
de la espera.
Como anfibios
desperezándose en una sala de hospital,
los que estamos solos
alejamos el velo sonoro del tiempo,
la adherencia fútil de un ayer palmario
y un mañana dibujado en calles que no existen.
Nosotros,
arrolladas cariátides
que a la brújula del azar
ruegan un norte,
nos sentamos en la escalera de la catedral
a oír cómo se deshace la tarde
y elegimos morir de un pretexto cualquiera
para que nadie sepa que morimos de olvido.
Laia López Manrique
5 comentarios:
laia trabaja en el prat...a ver si nos vemos un rato y charlamos, no?
pepe
eso está hecho!
òscar.
bueno, y menudo poemazo!
pepe
desde luego.
ò.
Gracias...espero que nos veamos y charlemos pronto...¡un beso!
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