
La excusa era buena: dolencias en el brazo le impedían, decía, entonces, escribir. Pero con esos mismos brazos y en esa misma época, diciembre de 1946, cosía como una condenada en casa para poder subsistir en la dura posguerra en París, hacía también poesía y acabaría pintando y componiendo collages... Lo que no podía hacer Mercè Rodoreda, tras dos guerras y el exilio, era encarar una novela: tenía que buscar la forma, la manera de trabajarla, y hasta una disciplina. Y ese sendero lo halló... pintando. "Pintar para poder escribir": así lo definió ayer Mercè Ibarz, comisaria de la sorprendente exposición sobre la obra plástica de la autora, la mayoría inédita, que hasta el 1 de febrero de 2009 puede verse en el recuperado entresuelo de La Pedrera.
ppepppee
pepe
1 comentario:
tiene muy buena pinta y las expos de la pedrera siempre son buenísimas...
ò.
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