
se da el caso que la humedad aquieta el espíritu, lo reblandece. la tarde se alarga sin razón,un espacio se sume en varios gestos lentos, imperceptibles. choque metálico de persianas contra el piso, autos que pasan con desgana, conversaciones de domingo -siendo sábado- en la esquina de enfrente. una tapa nubla el cielo de cada habitación, hay quien ha huido a la costa buscando refrigerio. toda la tarde se oyen pájaros, quizá algo dejados. los vecinos de al lado salen a pasear con el niño que parece más pequeño de lo que es y al cruzar la calle da la sensación que no supieran bien adónde van. en la esquina del terrado de enfrente un anemómetro marca la dirección del viento sin definir su paso. imprecisión. desánimo. en los lugares de paso habrá colas de personas esperando subir a un autobús, embarcar en un ferry o un avión mirando cansinos movimientos desperdigados de artilugios mecánicos. están ahí esperando aventuras exóticas o
repeticiones exactas de otros descansos estivales, pero la desidia se ha incorporado ya a su sueño. en realidad, la única que trabaja ahora sin descanso, con un coraje definitivo es la higuera del patio de enfrente de la casa. hasta septiembre.
pepe
repeticiones exactas de otros descansos estivales, pero la desidia se ha incorporado ya a su sueño. en realidad, la única que trabaja ahora sin descanso, con un coraje definitivo es la higuera del patio de enfrente de la casa. hasta septiembre.
pepe

3 comentarios:
si es que te tengo que aplaudir.
muás!!!
ò.
Prosa de muchos quilates, don Pepe.
Saravá, maestro...
si es que a nuestro pepe, en los tiempos difíciles, lo llevamos a la casa de empeño y nos montan tremenda casa con tropecientos euros extra...
ò.
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