[ un "vangui", noche estrellada ]hoy es una de esas noches excepcionales en las que no me puedo dormir. así que me vengo a darle a la manivela, a ver dónde nos lleva. veo la entrada de abajo y me caigo de culo que me gustaría tener unos pies largos que me/nos llevaran a córboda ya mismo y meterlos en el guadalca. por lo demás, atentos, que creo que me viene un poema. anda, coño, si he escrito córboda, pues que me planto aquí. que esta errata a ver cómo la supera un poema. gracias, sueño, me lo llevo a la cama. ea, empaco otra vez de vuelta al submarino de respirá y soñá. muy buenas noches, amigos.
òscar
2 comentarios:
Reflexiones en torno a la nostalgia del lugar estendaliano:
una de las cosas buenas de viajar, que es algo que tiene muchas cosas buenas, es volver a casa. cuando no tienes casa a la que volver vagabundeas por ahí, te pierdes, o asientas el trasero en silla de montar. cuando no tienes lugar al que pertenecer, eres nómada y te llevas la casa a cuestas, cual caracol (y sacas los cuernos al sol). cuando no puedes volver a casa, te conviertes en exiliado, en transterrado, en apátrida... y si no tienes casa, ninguna casa, donde caerte muerto, es que eres pobre, un sintecho, transeúnte, peripatético asocial, foráneo, marginal, un loco.
la casa, la casa... ¿dónde situamos nuestra casa? ¿a qué casa queremos volver? ¿habitamos la casa en la querríamos vivir?
En cualquier caso, como empieza un poema de v.m.d.: "el viaje, como la mayoría de las drogas (...)"
Bona nit!
bon dia!
a todo sí. es como cuando quedaba el niño en el arrabal del pueblo viendo cómo el circo –al marchar– iba haciéndose pequeño. a fin de cuentas, todo, no son más que líneas horizontales o verticales...
casar (ver otras casas en otros lugares) es imaginar. sí, tenemos la suerte de estar casados y casarnos cada día en nuestra casa.
muás,
òscar.
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